Dios es nuestro amparo y
nuestra fortaleza, nuestra ayuda
segura en momentos de
angustia. Por eso, no
temeremos aunque se
desmorone la tierra y las
montaΓ±as se hundan en el
fondo del mar; aunque rujan y
se encrespen sus aguas, y ante
su furia retiemblen los montes.

πŸ“–|Salmo 46:1-3
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